




Poema para mi hijo
Por ti conocà la dicha
esa primera emoción,
y aunque yo era una niña
te cuidé con devoción.
Por ti yo crecà de golpe
por ti comencé a soñar
en convertirte en un hombre
útil a la sociedad.
Por ti sufrà largas horas
para verte al fin nacer,
horas largas, dolorosas
pero al final ¡que placer!
Por ti grité de alegrÃa
cuando al fin te pude ver
y hoy no te mentirÃa
¡Fue hermoso lo que pasé!
Por ti al fin yo fui madre
y aunque por primera vez
fue la experiencia mas grande
la que me hizo mujer.
Y por ti hoy yo te pido
cuando te quieras perder
que recuerdes que contigo
yo comencé a crecer.
Tu eres un bendecido
un escogido de Dios,
y al ser tu madre recibo
también esa bendición.
A ti hija
Hoy, al verte salir tan hermosa
y hecha toda una mujer,
he querido recordar,
cuando dentro de mi te llevé.
Con cuanto amor y ternura
mi vientre acariciaba,
para darte calor de madre
y que te sintieras amada.
Hoy, ya puedes tu, mi niña
ser madre también
y llevar en tus entrañas,
la vida de otro ser.
A Dios le pido en mis plegarias
que te conceda ese don
de ser madre algún dÃa
como lo he sido yo.
Porque ese es, el don más maravilloso
que te pueda conceder,
poder sentir en tus entrañas,
la vida de otro ser.
Ojalá yo, pueda verte
y ayudarte en ese menester
de ver crecer a tus hijos
como a ti, te vi crecer.
Un poema para mis niñas
Que hermoso el instante
en que por vez primera,
tu rostro de ángel
mis ojos cuajados de lágrimas,
pudieron ver.
Que dichoso el momento,
en que mi Dios grandioso,
me dio el obsequio de ser madre
por primera vez.
Mi corazón, cual potro salvaje
corrÃa sin tener un fin,
tan solo con mirarte, sosegado,
como bestia domada al fin.
Es que eres tú, mi niña,
que hoy, se va haciendo mujer,
cual rosa, que abre sus pétalos,
mostrando al mundo su hermosura,
extasiando con su delicado aroma
a cuanto ser se le acerca hoy.
Eres tú, la misma que ayer,
refugiada en mi pecho,
con su dulce y celeste mirar,
reflejado el sol en sus suaves
y tiernos cabellos,
quién con tanta ternura
de sus dulces labios carmÃn,
emanaba un suave murmullo,
cual melodÃa para mis oÃdos,
y fresca brisa para mi alma,
me decÃas...
te amo mamá.
Eres tú, ese angelito,
que en mi corazón por siempre estará,
cual imagen grabada en mi mente,
esperando el dÃa en que
se repita la historia en ti,
para tener la alegrÃa de volverla a vivir.